Fuentes: Escritos de Marcelo Ferrando Castro, Padre Carlos Quiva y https://quevivalanavidad.wordpress.com/historia-del-pesebre/.
Tres años antes de su muerte, San Francisco de Asís, con el deseo de celebrar con toda la solemnidad posible el nacimiento del Señor, en la navidad del año 1223 hace por primera vez el Pesebre o Belén, representación del misterio del nacimiento de Cristo, como uno de los símbolos cristianos queridos y muy significativos en la Iglesia. Para ello solicitó la aprobación del Papa Honorio III. En la página, que viva la navidad, encontramos: “Francisco estaba débil y enfermo, y pensando que aquella sería su última Navidad en la tierra, quiso celebrarla de una manera distinta y muy especial. Un amigo de Francisco, el señor Juan Velita, era dueño de un pequeño bosque en las montañas de Greccio, (Italia). En su bosque había una gruta que a Francisco se le parecía mucho a la cuevita donde nació Jesús, en Belén, y que él había conocido hacía poco en su viaje a Tierra Santa. Francisco habló con su amigo, le contó su idea de hacer allí un “pesebre vivo”, y juntos lo prepararon todo, en secreto, para que fuera una sorpresa para los habitantes del pueblo, niños y grandes. Entre la gente del pueblo, Francisco y Juan escogieron algunas personas para que representaran a María, a José, y a los pastores; les hicieron prometer que no dirían nada a nadie antes de la Navidad, y, siguiendo el relato del Evangelio de San Lucas, prepararon la escena del nacimiento. ¡Hasta consiguieron un hermoso bebé para que representara a Jesús! La noche de Navidad, cuando todas las familias estaban reunidas en sus casas, las campanas de la iglesia empezaron a tocar solas… ¡Tocaban y tocaban como si hubiera una celebración especial!… Pero nadie sabía qué estaba pasando… El Párroco del pueblo no había dicho que fuera a celebrar la Misa del Gallo… la Misa de Medianoche…. Sorprendidos y asustados a la vez, todos los habitantes de Greccio salieron de sus casas para ver qué estaba sucediendo… Entonces vieron a Francisco que desde la montaña los llamaba, y les indicaba que subieran donde él estaba. Alumbrándose con antorchas, todos se dirigieron al lugar indicado, y cuando llegaron quedaron tan admirados, que cayeron de rodillas, porque estaban viendo algo que nunca habían pensado poder ver. Era como si el tiempo hubiera retrocedido muchos, muchos años, y se encontraran en Belén, celebrando la primera Navidad de la historia: María tenía a Jesús en sus brazos, y José, muy entusiasmado, conversaba con un grupo de pastores y pastoras, que no se cansaban de admirar al niño que había acabado de nacer… Después, cuando todos se calmaron, el sacerdote, que había sido cómplice de Francisco y de Juan Velita en aquel secreto, celebró la Santa Misa, y Jesús se hizo presente en el Pan y el Vino consagrados, como pasa siempre que se celebra una Misa en cualquier lugar del mundo. Terminada la Eucaristía, Francisco, lleno de amor y de alegría, contó a todos los presentes, con lujo de detalles, la hermosa historia de la Navidad, y Jesús, “luz del mundo”, llenó sus corazones de paz y de amor”. Como nos cuenta el Padre Carlos Quiva, el montaje de los pesebres por navidad, se consolidó primero en la península itálica y fue pasando al resto de Europa. En el siglo XVIII el rey Carlos VII promueve la difusión de los nacimientos en toda España y después pasa a América; esta costumbre se popularizó en todo el mundo, con la intención de reproducir la escena de la primera navidad. En esta representación está en primer plano Jesús, María y José en un establo, según relata el Evangelio de Lucas. También los acompaña la mula y el buey, incluidos por San Francisco aludiendo a lo que nos dice Isaías 1,3: “el buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor. Pero Israel no me conoce, mi pueblo no discierne”. Puede incluirse también la representación de los pastores reunidos para adorar al Nino, de los tres astrólogos orientales con sus ofrendas, de ángeles y de la estrella de Belén. Ojalá nosotros no perdamos esta bella tradición que nos ayuda a animar nuestra fe; ojalá no la cambiemos por Santa Claus que nada tiene que ver con el Misterio de nuestra redención. Que en nuestros hogares se arregle con ilusión, fe y esperanza el Belén o Pesebre y que nos congreguemos como familia ferviente en torno a él en los días anteriores a la Navidad y en la misma Noche Buena, para contemplar los misterios de la Anunciación, la Encarnación y el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, que viene en la condición de nuestra carne para salvarnos y darnos “vida abundante”. No olvidemos que Cristo se puso en camino desde el Cielo a la tierra, para enseñarnos a nosotros los mortales el camino desde la tierra al Cielo. Hagamos de esta navidad un momento de bendición y gracia donde verdaderamente le ofrecemos a Cristo el Pesebre de nuestro corazón. Dios los bendiga. Sady Pbro. |
KWMC
|