¿QUÉ LE DUELE A DIOS DE NUESTRAS ACCIONES?![]() Hoy, después de XXI siglos, no pierden vigencia los siete ayes de Jesús en el capítulo 23 del evangelio según San Mateo. ¿Y que son los siete ayes? Las siete veces que el Señor dice “Ay de ustedes”. Aquí vamos a retomar algunos de ellos para reflexionar al respecto. *”¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: ¡la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!” (Mt 23, 23-24). El Señor nos está diciendo que es oportuno el cumplimiento de la ley, pero que en nada es bueno idolatrarla y cumplirla solo por cumplirla con actitud fría, solo porque nos vean. Nos invita el Señor a no dejarnos llevar por el fariseísmo y la hipocresía. Con ocasión de la pandemia mundial podríamos decir que algunas leyes tienen un tinte de fachada farisaica y discriminatoria a las cosas de Dios: se pueden reabrir las piscinas, los gimnasios, los terminales de transporte, los restaurantes, pero las Iglesias solo los domingos. *”¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!” (Mt 23, 26). Cuantas veces nos preocupamos solo por lo exterior, por lo económico, por la diversión y lo placentero y no nos interesa o le ponemos objeciones a la vida interior. Hoy nos preocupa demasiado por tener un asesor de imagen, nos preocupa la apariencia, el qué dirán, el aparecer y olvidando el SER; olvidando el verdadero sentido de nuestra existencia, descuidamos el verdadero sentido de vivir en coherencia, en honestidad, en ser luz que ilumine las tinieblas del mundo en que vivimos. ¡Que contradicciones! no podemos seguir queriendo humanizar a los animalitos y arremeter contra su maltrato, mientras aceptamos o aplaudimos la pena de muerte, el crimen horrendo del aborto, la eutanasia y cualquier otro atropello contra la vida y la dignidad del ser humano. Es cierto que el maltrato animal es algo irreprochable, pero aún más deplorable es el atentado contra la vida humana. Rechazar lo uno y aplaudir y aceptar lo otro es una hipocresía. ¡Cuántas veces se habla y se lucha por los derechos y la igualdad de las minorías, pero se le quiere imponer a las mayorías los pensamientos y las ideologías de las minorías ¿Esto será lógico? ¿No será más bien una hipocresía? *”¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.” (Mt 23, 27-28). No aparentemos lo que no somos, no nos mostremos como buenos si retenemos en el corazón odios, rencores, infidelidades, ambiciones mezquinas, malas intenciones, afectos desordenados e inmoralidades, que son como huesos y podredumbre. Si queremos vivir elegantes y bien presentados exteriormente, ¿por qué no preocuparnos por vivir limpios y elegantes interiormente? ¿Po que no preocuparnos por tener limpia y transparente nuestra alma? No nos quedemos solo en lo exterior, dejémonos guiar por el Santo Espíritu. *”¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ¡Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!” (Mt 23, 29-30). No podemos primero destruir con actitudes y palabras a una persona y después quererle levantar mausoleos sobre sus cenizas. No es justo que pisoteemos la dignidad de una persona y después hipócritamente la ensalcemos. Nos urge valorar en verdad a las personas en vida, no vacilemos en hacerle saber nuestro cariño y aprecio a nuestros seres queridos. Reconozcámosle a las personas sus valores, talentos y carismas. No tengamos miedo decir con frecuencia gracias, perdóname, ayúdame, te amo y eres importante para mí, pero en el momento oportuno. Si damos una mención de honor o una condecoración hagámoslo en vida. No le causemos más dolores al Señor con nuestras acciones, preocupémonos por ser más coherentes, honestos y diligentes. Dios los bendiga, Sady Pbro. |
KWMC
|