La historia nos cuenta que “el 11 de diciembre de 1621 un grupo de puritanos conocidos como los peregrinos, cruzaron el Atlántico y se establecieron en Plymouth, Masachussets, Estado Unidos, sin recursos que les permitiera subsistir; razón por la cual más de la mitad de estos peregrinos murieron y los sobrevivientes lo lograron hasta la primavera por la ayuda de los indios Wampanoag que les ofrecieron generosamente comida, abrigo y cuidados durante el frio invierno.
Con la calidez de los Wamponoag y de la Primavera, los nuevos habitantes de estas tierras aprendieron a plantar maíz para su alimento y mientras llegaba el tiempo de cosechar, para poder sobrevivir, también fueron aprendiendo a cazar aves silvestres, entre ellas los pavos. En el otoño recogen una buena cosecha y los peregrinos con un corazón agradecido y fraternal invitan a los indios Wanpanoag a una comida como gratitud por su generosa y oportuna ayuda. Por ello en los Estados Unidos todos los cuartos jueves de noviembre las familias en un tono fraternal, de gratitud, festivo y heredado, se reúnen en torno a la mesa para celebrar el Día de Acción de Gracias o “Thanksgiving”, con una connotación religiosa. Primero se eleva a Dios Nuestro Señor, una Oración de agradecimiento por todas las bendiciones y gracias que de Él recibimos y por todas las cosas buenas que en el día a día nos suceden. Luego se ofrece la comida de agradecimiento: pavo al horno acompañado de un relleno confeccionado con pan, maíz y salvia. La celebración de acción de gracias entonces es la evocación de la comida de agradecimiento que los nobles peregrinos ofrecen a los generosos Wampanoag por la diligente ayuda, sin la cual no hubieran logrado su supervivencia. Veamos lo que Catherine Millard escribe: “en noviembre de 1623, después de recolectar la cosecha el gobernador de la colonia de peregrinos “Plymonth Plantation” en Massachusetts, declaró: “Todos ustedes, peregrinos, con sus esposas e hijos congréguense en la casa comunal, en la colina… para escuchar al pastor y dar gracias a Dios todo Poderoso por todas sus bendiciones.” En los años siguientes, el congreso de los Estados Unidos proclamó en varias ocasiones el día de acción de gracias al Todo Poderoso”. Finalmente el 1º. De noviembre de 1777 fue oficialmente declarado como día feriado: “Para solemne acción de gracias y adoración que con un corazón y en unidad de voz las buenas personas expresen sus sentimientos de agradecimiento y se consagren al servicio de su Divino Benefactor y que sus humildes súplicas plazcan a Dios, por medio de los méritos de Jesucristo. El 1 de enero de 1975, el primer presidente, George Washington, escribió su famosa proclamación de acción de gracias que dice: “nuestro deber como personas con reverente devoción y agradecimiento, reconocer nuestras obligaciones al Dios todopoderoso, e implorarle que nos siga prosperando y confirmado las muchas bendiciones que de Él experimentamos…”. El 3 de octubre de 1863, Abraham Lincoln, proclamó por carta del congreso: “El último jueves de noviembre, se contemplará como día de acción de gracias y adoración a nuestro Padre Benefactor, quien mora en los cielos. “Está anunciado en las Sagradas Escrituras y confirmado a través de la historia, que aquellas naciones que tienen al Señor como su Dios, son bendecidas. Pero nosotros nos hemos olvidado de Dios. Nos hemos olvidado de la mano que nos preserva en paz, nos multiplica, enriquece y fortalece. Vanamente nos hemos imaginado, por medio del engaño de nuestros corazones, que todas éstas bendiciones fueron producidas por alguna sabiduría superior y por nuestra virtuosidad. Me ha parecido, apropiado que Dios sea solemne, reverente y agradecidamente reconocido como en un corazón y una voz, por todos los americanos…””. En las Sagradas Escrituras leemos: “Será necesario que se fijen en ti? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿Por qué te alabas a ti mismo como si no lo hubieras recibido?” (1Co 4, 7). “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias por todo” (1Tes 5, 16-18). “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos” Sal 116, 3-5) Los autores sagrados nos están invitando a reconocer que todo lo que tenemos lo hemos recibido del Señor, por lo tanto debemos ser agradecidos, humildes, capaces de reconocer nuestros talentos y debilidades y los dones de Dios, viviendo en sencillez, gratitud y consientes de nuestros orígenes. Es urgente que seamos más agradecidos por todos los beneficios recibidos. Que no nos dejemos llevar ni por la mentalidad de los filósofos epicúreos que decían: “comamos y bebamos que mañana moriremos”, ni por la filosofía popular de nuestro tiempo que nos invita a “darle vuelo a la hilacha”, ni por la sociedad materialista en la que vivimos que nos invita solo a consumir y ver estos acontecimientos como oportunidad de complacernos, aprovechando estas celebraciones solo para alargar las vacaciones, comer, beber y parrandear. Miremos esta celebración con una actitud de cristianos maduros. Que no nos pase como en el pasaje bíblico donde el Señor curó diez leprosos y uno solo regresó a dar gracias y el Señor dice: ¿No recobraron la salud los diez? ¿Y los otros nueve dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gloria a Dios, sino este extranjero? (Lc 17, 17). No hagamos del Día de Acción de Gracias una ocasión para el pecado por la gula, el consumismo, los vicios y el desenfreno. Hagamos del Día de Acción de gracias una bella oportunidad para agradecer y alabar a nuestro Creador por su infinito amor y misericordia y para el encuentro familiar y de amigos fomentando los valores del compartir, la unidad, la solidaridad y el servicio. Dios los bendiga, Sady Pbro. |
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