Hoy se dan muchas definiciones sobre el amor y la amistad, sin embargo la definición perfecta y por consiguiente la que nunca pasará de moda nos la da la Sagrada Escritura, especialmente el Señor Jesucristo, quien con su ejemplo nos enseña la grandeza del amor y su deseo porque nosotros lo amemos y amemos a nuestro prójimo sin reservas: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.” (Juan 15,13-15). Según este ejemplo de Cristo, ¿He sido capaz de amar y de brindar amistad? El apóstol Pablo enfatiza en el derroche de amor de Dios hacia nosotros y a la vez nos invita a amar dando vida, dando la vida, viviendo para amar y amando para vivir: “Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5,7-8). El apóstol nos hace ver cómo Dios nos ama, no porque nosotros lo amemos. Nos ama tal cual somos con nuestras infidelidades y desamores. “El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1 Corintios 4-7). El que ama o profesa amistad sincera y pura se sobrepone a las adversidades y busca no ser amado, sino amar, busca hacer sentir bien a quien le tiene cariño, no interesando si esa persona le responde o no le responde de la misma manera, porque busca a la otra persona, no a sí mismo. Veamos que nos dice la Biblia con respecto a la grandeza, la importancia y la necesidad de los amigos: Y Él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano. (1 Juan 4,21). Dos son mejor que uno, porque sacan más provecho de sus afanes. (Eclesiastés 4,9). El justo sabe guiar a su prójimo; el impío le hace perder el camino. (Proverbios 12,26). Quien se junta con sabios, sabio se vuelve; quien se junta con necios, acaba mal. (Proverbios 13,20). ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios (Santiago 4,4). El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos. (Proverbios 17,9). Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común (Hechos 2, 12). Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. (1 Juan 4,7). El amigo ama en todo momento; en tiempos de angustia es como un hermano. (Proverbios 17,17). Amémonos unos a otros con amor fraternal; respetemos y mostremos deferencia hacia los demás. (Romanos 12,10). Hay amigos que no son amigos, y hay amigos que son más que hermanos. (Proverbios 18,24). Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! (Eclesiastés 4,10). El bálsamo y el perfume alegran el corazón; los consejos del amigo alegran el alma (Proverbios 27,9). No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre. No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un problema. Más vale vecino cercano que hermano distante. (Proverbios 27,10). El hierro se pule con el hierro, y el hombre se pule en el trato con su prójimo. (Proverbios 27,17). Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados. (Lucas 6,31). Aunque uno se aparte del temor al Todopoderoso, el amigo no le niega su lealtad. (Job 6,14). Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente! (Eclesiastés 4,12). Recordemos lo que nos dice la canción: “Un hombre es uno solo y es dura la vida, dos juntos caminando avanzan mejor, un hombre sin amigos está sin apoyo, y para sostenerse hacen falta dos”. Simón Bolívar decía: “Solo te ofrece amistad verdadera y pura quien te habla la verdad y te aconseja el bien”. La verdadera amistad nos lleva a aspirar el bien personal y el de los demás. Dios que es el Amor mismo y la fuente de toda amistad nos invita a amarnos y a vivir en fraternidad. Dios los bendiga. Sady Pbro. |
KWMC
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