“águila que habla”. (Según el idioma náhuatl, su idioma materno). Su fiesta el 9 de diciembre Según la historia, Juan Diego era un “macehualli”, uno que no pertenecía a ninguna de las categorías sociales del Imperio, es decir que pertenecía a la más numerosa y baja clase del Imperio Azteca, pero no a la clase de los esclavos. Hablándole a Nuestra Señora él se describe como “un hombrecillo” o un don nadie. La primera mención al indio Juan Diego se encuentra en el “Nican mopohua”: texto náhuatl, lengua azteca, escrito hacia 1545 por Antonio Valeriano (1516-1605), ilustre tepaneca, alumno y después profesor y rector del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, gobernador de México durante treinta y cinco años; publicado en 1649 por Luis Lasso de la Vega, capellán de Guadalupe; y traducido al español por Primo Feliciano Velázquez en 1925. Este documento precioso es probablemente el primer texto literario náhuatl, pues antes de la conquista los aztecas tenían solo unos signos gráficos, como dibujos, en los que conseguían fijar ciertos recuerdos históricos, el calendario y la contabilidad. Según la narración de Luis Lasso, Juan Diego había sido un indio de la etnia indígena chichimeca. Habría nacido el 5 de mayo de 1474 en el barrio de Tlayácac de la ciudad de Cuautitlán, que pertenecía al reino de Texcoco. En el año 1524 se produce su conversión al cristianismo y fue bautizado, así como su tío Juan Bernardino y su esposa, recibiendo el nombre cristiano de Juan Diego y su esposa el nombre de María Lucía. Fueron quizás bautizados por el misionero franciscano Fray Toribio de Benavente, llamado por los indios “Motolinia” o “el pobre” por su extrema gentileza y piedad y las ropas raídas que vestía. Según la primera investigación formal realizada por la Iglesia sobre los sucesos, Juan Diego parece haber sido un hombre muy piadoso y religioso, aún antes de su conversión. Era muy reservado y de carácter místico, amante de silencios largos y penitencias frecuentes, que lo llevaban a caminar desde su poblado hasta Tenochtitlán, a 20 kilómetros de distancia, para recibir instrucción religiosa. Su esposa fallece en 1529 y Juan Diego entonces se traslada a vivir con su tío Juan Bernardino en Tolpetlac, que le quedaba más cerca de la iglesia en Tlatilolco – Tenochtitlán, solo 14 kilómetros. Según lo escrito por Luis Lasso de la Vega y de acuerdo con la tradición, en 1531, diez años después de la conquista de Tenochtitlan, el sábado 9 de diciembre de 1531 (a sus ya 57 años de edad) muy de mañana en el cerro del Tepeyac escuchó el cantar del pájaro mexicano tzinitzcan, anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe. Ella se le apareció cuatro veces entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531 y le encomendó decir al entonces obispo, fray Juan de Zumárraga, que en ese lugar quería que se edificara un templo. La Virgen de Guadalupe le ordenó a Juan Diego que cortara unas rosas que misteriosamente acababan de florecer en lo alto del cerro para llevarlas al obispo Zumárraga en su ayate. La tradición refiere que cuando Juan Diego mostró al obispo las hermosas flores durante un helado invierno, se apareció milagrosamente la imagen de la Virgen impresa en el ayate, llamada la siempre Virgen Santa María de Guadalupe, El prelado ordenó la construcción de una ermita, donde Juan Diego Cuauhtlatoatzin viviría por el resto de sus días custodiando el ayate en la actual capilla de indígenas. Murió en la Ciudad de México a la edad de 74 años, el 12 de junio de 1548. (Fuentes: Wikipedia; aciprensa; encuentra.com Portal católico). Beatificado el 6 de mayo de 1990, y Canonizado el 31 de julio de 2002, por el Papa Juan Pablo II. Preguntémonos: ¿Por qué a Juan Diego y no a otro se le apareció la Virgen en estas circunstancias? “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las revelaste a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado”. (Mt 11, 25). San Juan Pablo II en la homilía de la beatificación alabó en Juan Diego su simple fe enriquecida por la catequesis y acogedora de los misterios. Lo definió como aquél que le dijo a la Santísima Virgen: “soy solo un hombrecillo, soy un cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda…”. Lo definió como un modelo de humildad para todos nosotros. Lo definió como modelo de esperanza y confianza en Dios y en la Virgen; modelo de caridad, coherencia moral, desprendimiento y pobreza evangélica”. ¿Hoy también nos puede hablar Dios o la Santísima Virgen a nosotros personalmente, irrumpiendo en el camino de nuestra vida? Claro que sí. Pero Dios y la Virgen no andan por los caminos de los placeres falsos, de la arrogancia, del orgullo, de la ostentación, del desamor, la indiferencia, la marginación, de la prepotencia y de la altivez. Entonces, ¿Qué debo hacer para poder encontrar y escuchar a Dios? Que la celebración de las fiestas que se nos aproximan nos lleven por los caminos del Señor. Dios los bendiga. Sady Pbro. “No pretendo cambiar el mundo, pero en el pedacito que me tocó vivir, quiero hacer la diferencia”. “nacimos para ser felices, no para ser perfectos... los días buenos te dan felicidad, los días malos te dan experiencia, los intentos te mantienen fuerte, las pruebas te mantienen humano, las caídas te mantienen humilde, pero solo Dios te mantiene de pie!... No esperes a que venga un poeta para hacerte un aviso que diga lo maravillosa que es tu vida, tu hogar, tu familia y lo que con tanto trabajo hoy posees. Dale gracias a Dios porque tienes vida, salud y esperanza de poder seguir luchando para alcanzar tus metas... Que el Señor bendiga ese pedacito de cielo que es tu vida...”. (Fredy Monte Verde). Necesitamos aprender a decir con mayor frecuencia: gracias, te amo, eres importante para mí, perdóname, ayúdame. Necesitamos no perder la capacidad de asombro, de saber valorar la vida, la familia, las personas, la salud, el trabajo, de poder contemplar las maravillas que hay a nuestro alrededor. Necesitamos advertir que estamos en un paraíso, que nuestro Artífice es absoluto; nos ha hecho con tanta perfección y nos ha puesto en medio de un todo en marcha, en evolución y dinamismo. Necesitamos aprender a vivir, aprender a ser agradecidos. No podemos dejarnos llevar por la rutina, no podemos dejarnos absorber por el trabajo, por la superficialidad, por la ingratitud, por la vaciedad y por el negativismo. Necesitamos ser conscientes de lo que somos, tenemos, podemos, recibimos, necesitamos y fallamos para decir constantemente: ¡Te Amo!: “El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa de él vivamente. El amor se siente, no se ve; el amor silencioso es el más fuerte de todos” (San Juan Pablo II). Ningún ser humano puede encontrar la verdadera felicidad si no se siente amado y si no es capaz de amar. ¡Perdóname!: nos cuesta reconocer nuestros errores, pero que importante es pedir perdón por nuestras equivocaciones. No sabemos que poder tan grande y sanador tiene el decir sinceramente perdóname, me equivoqué. ¡Tú eres muy importante!: tienes cualidades, talentos, facilita mi vivir, me ayudas con lo que haces. Necesitamos que se reconozcan las metas o los logros alcanzados. ¡Ayúdame!: no tengamos miedo, venzamos el orgullo y digámosle a la otra persona que necesito de ella. Yo no puedo solo; necesito de los demás, como ellos necesitan de mí. Hemos sido creados para vivir en relación con otros. ¡Gracias!: recibimos mucho y debemos estar agradecidos. No nos podemos imaginar que tan bien se siente alguien al advertir que son valorados sus esfuerzos, sus luchas, sus sacrificios, el amor que le pone a lo que hace. Frecuentemente nos acostumbramos a pedir, a mandar, a recibir y olvidamos agradecer. “La gratitud es un sentimiento, emoción o actitud de reconocimiento de un beneficio que se ha recibido o recibirá”. El Señor nos pide la gratitud, eso lo vimos en el texto de los diez leprosos curados: Respondiendo Jesús, dijo: ¿No fueron diez los que quedaron limpios? Y los otros nueve, ¿dónde están? ¿No hubo ninguno que regresara a dar gracias a Dios, excepto este extranjero? (Lucas 17, 17-18) Si somos capaces de dar gracias a nuestro prójimo, seremos capaces de dar gracias a Dios. ¿Que más nos dice la Biblia al respecto? • Den gracias al Señor por su misericordia y sus maravillas para con los hombres. (Salmo 107, 8) • Doy gracias a Dios cada vez que me acuerdo de ti, en todas mis oraciones oro por todos ustedes, siempre oro con alegría. (Filipenses 1, 3-4) • Cuando hayas comido y estés satisfecho, Alaba al Señor tu Dios por la buena tierra que te ha dado. (Deuteronomio 8, 10) • Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5, 16-18) Seamos agradecidos, positivos y valoremos lo que tenemos. Esforcémonos por que haya mayor amabilidad y capacidad de reconocer todo lo bueno que hay. Vivimos en un hermoso paraíso y recibimos tanto de los que están a nuestro alrededor y frecuentemente no somos capaces de disfrutar al dejarnos llevar por la rutina, la inconciencia y la ingratitud. Seamos más diligentes, conscientes y agradecidos. Dios los bendiga. Sady Pbro. Hoy se dan muchas definiciones sobre el amor y la amistad, sin embargo la definición perfecta y por consiguiente la que nunca pasará de moda nos la da la Sagrada Escritura, especialmente el Señor Jesucristo, quien con su ejemplo nos enseña la grandeza del amor y su deseo porque nosotros lo amemos y amemos a nuestro prójimo sin reservas: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.” (Juan 15,13-15). Según este ejemplo de Cristo, ¿He sido capaz de amar y de brindar amistad? El apóstol Pablo enfatiza en el derroche de amor de Dios hacia nosotros y a la vez nos invita a amar dando vida, dando la vida, viviendo para amar y amando para vivir: “Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5,7-8). El apóstol nos hace ver cómo Dios nos ama, no porque nosotros lo amemos. Nos ama tal cual somos con nuestras infidelidades y desamores. “El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1 Corintios 4-7). El que ama o profesa amistad sincera y pura se sobrepone a las adversidades y busca no ser amado, sino amar, busca hacer sentir bien a quien le tiene cariño, no interesando si esa persona le responde o no le responde de la misma manera, porque busca a la otra persona, no a sí mismo. Veamos que nos dice la Biblia con respecto a la grandeza, la importancia y la necesidad de los amigos: Y Él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano. (1 Juan 4,21). Dos son mejor que uno, porque sacan más provecho de sus afanes. (Eclesiastés 4,9). El justo sabe guiar a su prójimo; el impío le hace perder el camino. (Proverbios 12,26). Quien se junta con sabios, sabio se vuelve; quien se junta con necios, acaba mal. (Proverbios 13,20). ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios (Santiago 4,4). El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos. (Proverbios 17,9). Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común (Hechos 2, 12). Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. (1 Juan 4,7). El amigo ama en todo momento; en tiempos de angustia es como un hermano. (Proverbios 17,17). Amémonos unos a otros con amor fraternal; respetemos y mostremos deferencia hacia los demás. (Romanos 12,10). Hay amigos que no son amigos, y hay amigos que son más que hermanos. (Proverbios 18,24). Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! (Eclesiastés 4,10). El bálsamo y el perfume alegran el corazón; los consejos del amigo alegran el alma (Proverbios 27,9). No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre. No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un problema. Más vale vecino cercano que hermano distante. (Proverbios 27,10). El hierro se pule con el hierro, y el hombre se pule en el trato con su prójimo. (Proverbios 27,17). Traten a los demás como ustedes quieran ser tratados. (Lucas 6,31). Aunque uno se aparte del temor al Todopoderoso, el amigo no le niega su lealtad. (Job 6,14). Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente! (Eclesiastés 4,12). Recordemos lo que nos dice la canción: “Un hombre es uno solo y es dura la vida, dos juntos caminando avanzan mejor, un hombre sin amigos está sin apoyo, y para sostenerse hacen falta dos”. Simón Bolívar decía: “Solo te ofrece amistad verdadera y pura quien te habla la verdad y te aconseja el bien”. La verdadera amistad nos lleva a aspirar el bien personal y el de los demás. Dios que es el Amor mismo y la fuente de toda amistad nos invita a amarnos y a vivir en fraternidad. Dios los bendiga. Sady Pbro. “Libres somos para ser bendición para otros, para amar al prójimo, para ayudar al necesitado, para liberar a otros”. Mery Bracho Oh buen Jesús, Señor de la historia, Redentor de la humanidad, Rey y Libertador de los pueblos: te invocamos pidiéndote que no nos dejes solos, acompáñanos siempre, se nuestro camino y compañero de viaje, ilumina con tu gracia a nuestro pueblo y ayúdanos a vivir en la libertad y en la independencia que proceden de la verdad y la obediencia a las leyes de nuestro divino Creador y Legislador. “Libres somos para dar a nuestro país nuestro gran aporte y así contribuir con nuestros recursos humanos: talentos, habilidades, trabajo, al desarrollo integral de la sociedad”. Mery Bracho. Al conmemorar la fecha de la independencia Mexicana te invocamos para que nos ayudes a comprender que la verdadera libertad procede de ti, porque esa es la misión con que viniste, misión que tu mismo confirmaste al desenrollar y leer el libro con el que el profeta Isaías te había vaticinado como nuestro Salvador desde muchos siglos atrás: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año favorable del señor. (Lucas 4, 18-21). “Gracias a Dios por ser libre, por ser capaz de tomar mis decisiones, amar, cuidar y actuar responsablemente en mi país”. Mery Bracho Cuando el pueblo se aparta de ti, vive en la cautividad del pecado, de la guerra, de la descomposición moral y social por las infidelidades, los negocios ilícitos y la corrupción en todos los ambientes. En este primer momento de los solemnes actos conmemorativos de la independencia de nuestro pueblo te invocamos, implorando a tu Divina Majestad, nos regales la gracia de salir de la ceguera y recuperar la vista para poder ver la hermosura del mundo que tu creaste, redimiste y nos entregaste para que lo disfrutemos responsablemente, advirtiendo que es nuestra casa, pero que también es la casa de todos, de los que ahora viven con nosotros y de las futuras generaciones. Esto significa que nos debemos respeto y amor fraternal. “Un hombre libre tiene el cuidado de ponerse sus propios límites”. Mery Bracho Te invocamos pidiéndote nos regales la gracia de salir de la cautividad de nuestra indiferencia y egoísmo que nos impiden advertir que debemos ser co-creadores y no depredadores, entendiendo que el Señor nos ha puesto en relación con los demás, para vivir en amor, solidaridad, justicia, paz y libertad. Procurando que nuestras acciones se conviertan en puentes que hagan posible el encuentro y no encerrándonos en nuestra prepotencia irracional y nuestro individualismo mezquino, porque un día a nosotros el Señor nos va a preguntar cómo le preguntó a Caín en el paraíso: “¿Y, dónde está tu hermano?” (Gn 4,9). “La libertad costó la sangre de muchos héroes, honremos su legado, celebremos la victoria y actuemos responsablemente”. Mery Bracho Te invocamos con la fe sencilla y profunda de creyentes, Señor; que nosotros también con nuestra vida digamos como los heroicos curas: el guanajuatense MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA: “El Indulto es para los criminales, no para los defensores de la patria”. Y el michoacano JOSE MARIA MORELOS Y PABON: “Morir es nada cuando por la patria se muere”. Al igual que tantos otros héroes como el Capitán general IGNACIO ALLENDE: “Sin importar el tamaño de la ciudad o pueblo en donde nacen los hombres o las mujeres, ellos son finalmente del tamaño de su obra, del tamaño de su voluntad de engrandecer y enriquecer a sus hermanos”. O la valiente Corregidora doña JOSEFA ORTIZ DE DOMÍNGUEZ: “¡Tantos soldados para custodiar una pobre mujer, pero yo con mi sangre les formaré un patrimonio a mis hijos!” o GUADALUPE VICTORIA: “Cuando el pueblo salta sus barreras, casi ningún esfuerzo es bastante poderoso para detenerlo”. “La libertad sin responsabilidad no es verdadera libertad”. Mery Bracho Amado Señor, que en este momento histórico también nosotros como tantos hombres y mujeres heroicos de la patria y de manera especial contemplando la singular misión conque viniste hasta nosotros, podamos empeñarnos en proclamar el tiempo favorable del Señor, para todos nuestros hermanos y hermanas. Que nos empeñemos en hacer de nuestros pueblos, comunidades donde reine la verdad, el diálogo, el perdón, el respeto por la dignidad humana, la búsqueda del bien común y la equidad, que es lo que nos da la verdadera libertad. “Puedes caminar en libertad, conociendo a quien te hace libre, Jesucristo, quien al morir por ti, compró con su sangre preciosa tu liberación y la vida eterna”. Mery Bracho Bendice nuestra nación y a cada uno de nosotros y permítenos que así como los santos mexicanos SAN FELIPE DE JESÚS, SAN CRISTÓBAL MAGALLANES Y COMPAÑEROS MÁRTIRES, SAN RAFAEL GUÍZAR Y VALENCIA, SANTA MARÍA DE JESÚS SACRAMENTADO VENEGAS, SANTO TORIBIO ROMO, SAN JUAN DIEGO Y LOS BEATOS MIGUEL AGUSTÍN PRO, JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO Y JUNÍPERO SERRA, entre tantos otros, también nosotros nos empeñemos en anunciar el Evangelio de la vida a los pobres y ser auténticos, alegres y ungidos testigos de Cristo encarnado, muerto y resucitado, convirtiéndonos en signo de bendición para otros pueblos y para todos los hombres y mujeres de la tierra. SANTA MARÍA DE GUADALUPE, Madre de Dios y madre nuestra, a ti también acudimos en este día conmemorativo invocándote como Madre y Reina de este Tu pueblo. Como Madre de la Misericordia, nos has entregado el fruto bendito de tu vientre. Tú has venido a socorrernos en los momentos más difíciles de nuestra vida y estás dispuesta como en Caná de Galilea a mirar como madre solícita las dificultades de tus hijos para interceder ante tu amado Hijo. Estamos seguros que hoy nos sigues repitiendo: “¿Por qué tanta angustia y tristeza? ¿Por qué temes esa enfermedad? ¿Acaso no soy tu salud? ¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre? Que nada los aflija o los turbe”. Intercede, Madre, ante tu amado Hijo Jesucristo, para que nos socorra la liberación del yugo del pecado y de la muerte y podamos vivir en la independencia de los hijos de Dios. Amen. Sady Pbro. La educación es el proceso a través del cual la persona analiza, asimila y adquiere conocimiento, a la vez que asume las formas de comportamiento del entorno en que se desarrolla. Que importante que comprendamos que la educación debe ser no solamente la ilustración intelectual sino la formación de la persona en los valores y los principios que deben regir su vida en relación con el Ser supremo, consigo mismo, con los demás y con el medio ambiente.
Según José H. Prado Flores, en su folleto Formación de discípulos, “Los maestros en Israel (anteriores y contemporáneos de Jesús) eran laicos competentes que enseñaban a los demás a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios… Más que teorías o doctrinas, un maestro enseñaba la sabiduría para vivir rectamente, encontrando el sentido de la existencia y la forma de cumplir la propia vocación… Para un hebreo era mucho más importante “saber vivir” que vivir”. Hoy nosotros, tomando este buen ejemplo de los maestros de Israel, deberíamos preocuparnos no solo por enviar naves espaciales, porque el hombre llegue a la luna, porque las nuevas generaciones dominen la informática, las redes sociales, la ciencia y la técnica (que es algo importante), sino que también nos preocupemos, y con mayor razón, por preparar la nave que nos lleve a nuestro prójimo, que nos permita relacionarnos e interactuar con él, que nos permita conquistar nuestro propio entorno, que aprendamos a amar, a respetar, a ser seres en relación, a valorar, a ser tolerantes. Que nos ayude a comprender que en esta era maravillosa de la informática y de las comunicaciones rápidas y globales somos capaces de escuchar personalmente al otro, de sensibilizarnos de su situación, de ser incluyentes, de compadecernos, de ser, de estar y de actuar de cara a la realidad. Que no nos suceda que en la era de las comunicaciones estamos incomunicados. Que no seamos los presentes ausentes, los solitarios en medio de la multitud, los mudos que no quieren responder, los sordos que no quieren oír a los que llaman y los ciegos que no quieren ver a los presentes. Pienso que como dice Àlex Rovira, hoy es urgente tomar consciencia de “la importancia de trenzar dos grandes universos, el de la educación y el de la formación. Hay personas que han tenido acceso a una muy buena formación pero que son maleducadas, porque no tienen corazón. Y hay personas que no tuvieron el privilegio del acceso a una buena formación, pero que son extraordinariamente bien educadas. Creo que en la escuela nos deben formar y deben complementar la educación que se da en los hogares, y creo que en los hogares debemos crear las circunstancias para que la educación florezca y complementar la formación que se da en las escuelas. Y en ambos contextos, tanto maestras y maestros, como madres y padres, debe haber esa mirada apreciativa que dé alas”. Pienso que hoy los gobiernos, algunas corrientes psicológicas, los medios de comunicación y los padres de familia no deben seguir haciéndole daño a la niñez y a la juventud, desautorizando a los maestros, impidiendo que se dé una formación integral donde se piense no solo en lo intelectual, lo tecnológico y lo científico, sino que también se advierta la urgencia de la formación del corazón y la conciencia, de los valores y los principios cristianos porque la fe y la ciencia no están contrapuestas. No puede hablarse de una persona madura, autentica, inteligente, libre, honesta, si no ha tenido una formación integral, si no ha sabido integrar los valores humanos y cristianos. Por no comprender esta realidad es que vivimos en tantos desaciertos. No nos contentemos con almacenar datos intelectuales en nuestra mente. Preocupémonos también por ir formando buenos hábitos y recopilando valores y principios en nuestro corazón. Concluyamos con una bella enseñanza que nos ofrece un cuento del cual no sé quién es su autor: “Tres estudiantes no estudiaron para un examen y decidieron no presentarlo; ellos elaboraron un plan... se ensuciaron con grasa negra, aceite y nafta y fueron con el docente: “profe, pedimos disculpas, pero no pudimos venir al examen, pues estábamos en una boda y, de regreso, el carro se accidentó. Por ello, estamos tan sucios, como puede ver”. El buen docente entendió y les permitió presentar en un par de días para que se preparen bien. Pasados los días, ellos fueron al examen muy bien preparados porque ahora sí habían estudiado. El docente los ubicó en aulas separadas y aplicó el examen con solo *4 preguntas:* *1. ¿Quién se casó?* *2. ¿A qué hora se accidentó el carro?* *3. ¿Dónde exactamente se descompuso?* *4. ¿Cuál es la marca del vehículo?* *NOTA:* Si las respuestas son idénticas, estarán aprobados con la máxima calificación. *¡Buena Suerte!* SER HONESTO significa *elegir* no mentir, no robar, no engañar sea cual sea el modo. Cuando somos honestos, desarrollamos la fuerza del *carácter* y tenemos la confianza de las personas que nos rodean. ¡Excelente enseñanza para todos!”. Que la mentira y los demás antivalores no nos hagan causar el accidente de quedar en el ridículo y de perder la confianza que nos tienen nuestros seres queridos. Preocupémonos por buscar una formación para nosotros y para toda la sociedad donde se incluyan los valores. Dios los bendiga. Sady Pbro. “Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. “Quiso Dios ‘dejar al hombre en manos de su propia decisión’ de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente a la plena y feliz perfección” El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos”. (CIC 1730). Dios nos ha creado a su imagen y semejanza: inteligentes, libres y capaces de amar; para que nosotros hagamos buen uso de nuestra razón, amemos la vida, lo bueno y lo bello y auto determinándonos caminemos hacia Él, asumiendo su plan de salvación. Libremente debemos optar por el Bien y rechazar al maligno que con astucia nos quiere atrapar con sus mentiras para causarnos insatisfacción, dolor y muerte. Debemos hacer buen uso de la libertad recordando que “mi libertad va hasta donde inicia la libertad del otro” y que “solo la verdad nos hace libres”. Si somos capaces de asumir con responsabilidad la libertad encontraremos la plenitud, la felicidad y la perfección de nuestras vidas. En la esclavitud de los vicios y el pecado encontraremos el dolor y la muerte. “Todo acto directamente querido es imputable a su autor: Así el Señor pregunta a Adán tras el pecado en el paraíso: ‘¿Qué has hecho?’ (Gn 3,13). Igualmente a Caín (Gn 4, 10). Así también el profeta Natán al rey David, tras el adulterio con la mujer de Urías y la muerte de éste (2 S 12, 7-15)”. (CIC 1736) Necesitamos hacer un alto en nuestra vida, pensar para actuar y ser capaces de dar la cara con responsabilidad ante nuestras acciones diarias: ante las que traen un desenlace feliz, que nos causan alegría y orgullo, pero con mayor razón las que nos causan conflicto, nos doblegan y avergüenzan. Con seguridad que si asumimos responsablemente nuestras acciones, vamos a pensar bien nuestras decisiones, haciendo buen uso de nuestra libertad e inteligencia. Creo que lo tenemos claro: cada uno de nosotros es responsable de sus propios actos. Sin embargo, en muchos momentos no pensamos para actuar sino que actuamos para pensar. Así mismo, en muchas de las situaciones, aunque obramos con libertad, al encontrarnos con la gravedad de nuestros problemas y las consecuencias de nuestras acciones equivocadas, queremos evadir nuestra responsabilidad descargando nuestra culpabilidad en los demás. El otro es el responsable de esa mala decisión y no yo. “Esto lo vimos ya desde el Paraíso. Cuando Adán pecó, no asumió la responsabilidad de su falta y enseguida se excusó diciendo: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y yo comí”... (Gn 2, 12) que es como decir: “fue por ella… ya que yo hubiese sido incapaz”. Eva, a su vez (siguiendo la cadena de eludir responsabilidades) al verse acusada como responsable dijo a Dios: “La serpiente me engañó y comí”… (Gn 2, 13). Es increíble el atrevimiento de Adán quien, en su falta de valor y responsabilidad para asumir su culpa, llega hasta al exceso de atribuírsela a Dios… (“la mujer que “Tu” me diste...) lo que tácitamente implicaba era decir que, si no hubiese sido porque “Tu” (Dios) me la diste yo, Adán, no hubiese comido del árbol del Bien y del Mal. En realidad era como endosárselo y decirle tácitamente a Dios que en principio el responsable y culpable del pecado era Él. Desde entonces, así nos comportamos en general los hijos de Adán en cuanto tenemos que asumir nuestras responsabilidades. Instintivamente, desde Adán y Eva, buscamos excusarnos de nuestras faltas detrás de responsabilidades ajenas”. (Marta Arrechea Harriet de Olivero). Dice el Señor Jesucristo: “Ustedes serán verdaderos discípulos míos si perseveran en mi palabra; entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. En verdad, en verdad les digo: el que vive en el pecado es esclavo del pecado. Pero el esclavo no se quedará en la casa para siempre; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por tanto, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres” (Jn 8,31-32. 34-36). No nos dejemos engañar: el maligno nos ofrece sufrimiento, esclavitud y muerte envueltos en papel de regalo; si nosotros lo aceptamos después nos estrellamos con el dolor, la oscuridad y la amargura. Creámosle al Señor que nos ofrece redención, libertad y vida, por el camino del esfuerzo, la luz y la renuncia. No nos de miedo volar en busca de la verdadera libertad. Dios los bendiga, Sady Pbro. La sociedad actual nos invita de una y de otra manera a dar pasos agigantados hacia la eliminación de la familia y quiere desconocer el rol del padre en la noble misión de formar integralmente a los hijos. Creyentes, no creyentes y todos los seres dotados de inteligencia debemos apelar a la coherencia para valorar la familia, el rol que tiene el padre y la madre, de acuerdo a la ley natural, cada uno en particular, no solo como instrumentos de procreación, sino como artesanos que crían, forman, tallan y entregan a la Iglesia y a la sociedad unas bellas obras de arte que con sus acciones, resultado de los valores que les forjaron en su hogar, harán más agradable el mundo en que vivimos. El padre y la madre son a la familia, lo que el agua es al pez. En el libro “el Dios de Jesucristo”, del Cardenal Ratzinger, dice: “La crisis de la paternidad que estamos viviendo hoy en día es un aspecto básico de la crisis que amenaza a la humanidad en su conjunto”. Si el mundo está herido y en crisis es porque la célula de la sociedad, la familia, está sangrando, está rota, la estamos matando. Los ataques al modelo de familia según la ley natural, el debilitamiento de la importancia del rol bien definido que tiene tanto el padre como la madre en el hogar y la carencia de un modelo de paternidad, es lo que está llevando a nuestra cultura a una crisis profunda y a su desmoronamiento. Tú y yo debemos dolernos de la familia y de la sociedad; salgamos a su paso, curémosla, hagamos buen uso de la prudencia, el amor, la verdadera libertad y la responsabilidad. Querido papá, te invito a que adviertas qué grande e importante es la figura paterna en la vida de los nuevos seres que empiezan a crecer. No es suficiente con proveer y visitar, ni siquiera se es verdadero padre solo por engendrar; es urgente y vital el estar, amar, corregir, moldear, pulir, acariciar, proteger, servir de espejo y enseñar a volar. Un buen padre ayuda a sus hijos varones a encontrar su identidad masculina. La madre es muy importante, pero no menos el padre, cada uno según su rol juega un papel importante y fundamental. A este respecto el cardenal Antonio Cannizares Llovera, refiriéndose a San José nos dice: “A él (José) se debe el honor y la gloria del crecimiento de Jesús, es decir, la alimentación y la enseñanza, que lo llevó por los caminos de la vida, para que pudiera aprender a ser un hombre, aprender a trabajar como un hombre, a amar como un hombre, con el corazón de un hombre, para que pudiera caber en una historia y una tradición auténtica, la de las personas elegidas y amadas de Dios”. “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” (Efesios 6, 4) También el Padre Dominic De Dominico, OP. Nos dice: “Dado que, sin matrimonio, el niño tiende a quedarse con sólo la madre, la idea del padre es débil en la mente del niño, e incluso puede ser una causa de amargura y tristeza. Esto, a su vez, hace que sea muy difícil acercarse a Dios como padre. Por otra parte, en esta situación los chicos no tienen modelo a seguir, y, así, no tienen la menor idea de lo que significa ser un hombre”. En el libro de los Proverbios encontramos que para poder dirigir a los demás es necesario adquirir la sabiduría que procede del saber escuchar. Para que el padre de familia pueda orientar a sus hijos y ser escuchado, primero debe saber escuchar al Señor y hacer su voluntad. “Que el sabio escuche y ganará en saber; el hombre inteligente sabrá dirigir a los demás” (Proverbios 1, 5). Para concluir, es necesario enfatizar que la figura del padre en la vida familiar no ha pasado de moda, por el contrario, ahora más que nunca cobra vigencia en cuanto que la sociedad está sumida en más problemas y confusiones y se requiere del modelo de familia auténtico y tradicional que nos ofrece la ley natural, para iluminar y volver a la realidad. Querido Papá, ten en cuenta estas cinco luces que te ayudarán a dejarle la mejor herencia a tus hijos: 1º. Recuerda que “La lógica del Evangelio no es la del mundo: la pequeñez es grandeza, el despojo es riqueza y el servicio es honor y dicha”. 2º. No olvides que el ejemplo ilumina más que mil palabras. 3º. “Es más grande tu vocación que tu profesión”. Haz una buena escala de valores: pon en primer lugar a Dios, en segundo lugar a tu familia y en tercer lugar tu trabajo. 4º. Tu deber no es ser buen amigo de tus hijos, tu gran deber es ser buen padre: ofréceles amor, sustento, educación, corrección, disciplina, tiempo y orientación. 5º. Enséñale a tu hijo a amar, amándolo: ama a tu esposa, perdona, se fiel y leal. Feliz día del padre. Bendiciones, Sady Pbro. Semillas De Esperanza: A MI MADRE LE DEBO OBEDIENCIA Y RESPETO!A MI MADRE NO DEBO ENJUICIARLA!4/30/2018 Dedico esta reflexión en primer lugar a la Santísima Virgen María, Madre y Reina universal de todo lo creado, quien me lleva a su amado Hijo Jesucristo. A mi Madre la Santa Iglesia Católica, quien me engendró en el santo bautismo y me amamanta con la fértil y sabrosa leche de los Sacramentos y su Doctrina. A mi querida Madre terrena, que como buena colaboradora en el plan de Dios me dotó de lo que soy y lo que tengo y está junto a Dios. A todas las madres quienes son la inspiración de sus hijos y a quienes después de Dios les debemos la vida y lo que somos. Si aún viven con nosotros, que reciban el ramillete de amor, paz, gratitud, respeto, admiración y felicidad plena. Si viven en la eternidad que gocen contemplando a Dios Amor, a quien le hicieron saborear ya desde la tierra.
El cuarto mandamiento de la ley Dio nos manda: “Honra al Padre y a la Madre”. Es el mandamiento que lleva consigo una promesa. En el libro del Eclesiástico (3, 1-16) encontramos una gran enseñanza que nos servirá para transformar las familias y el mundo en que vivimos. “El que respeta a su padre y a su madre reúne una gran riqueza… Recibirá alegría de sus propios hijos… Cuando ore el Señor lo escuchará…Tendrá larga vida… Será premiado por el Señor… Recibirá toda clase de bendiciones… Cuando esté en aflicción Dios se acordará de él… Aunque la inteligencia de sus padres se debilite, se comprensivo, no los avergüences”. Lo que le agrada al Señor es la obediencia y el respeto a los mayores, a nuestros Padres y a las instituciones legítimamente constituidas y al servicio del amor, de la verdad y de la vida. Vivimos en un mundo “modernista” y subjetivo que quiere ignorar, despreciar y devaluar los fundamentos, las raíces, los principios y los valores. ¿Por qué? Porque al súper hombre le molesta saber que hay un Ser Superior, que lo creó a su imagen y semejanza. ¡Pareciera que queremos volver a poner a Dios en el sepulcro! Queremos sentirnos “todopoderosos, grandes y fuertes”. Queremos sentirnos capaces de crear diosecitos a nuestra imagen y semejanza “que no nos hagan competencia”. Pareciera que el Dios Creador y Redentor nos estorba, nos resulta incómodo, nos destrona y arruina nuestros planes. Quizás queremos decir que no necesitamos de nadie ni de nada para nacer ni para existir. A Dios Padre y Creador lo hemos ido desplazando de todos los lugares de la sociedad: escuelas, gobiernos, estados, familias, instituciones, comunidades y corazones... Por eso ya no escuchamos su voz: ámense, respeten la vida, no cometan adulterio, perdónense, sean solidarios, honren al padre y a la madre… Por eso el mundo está herido y necesita hijos nobles que lo curen, que sean buenos samaritanos, que en gratitud den algo de todo lo que han recibido. No nos quedemos solo en preguntar: ¿Por qué ahora pasa todo esto...? ¿Dónde está Dios? Más bien, preguntémonos: ¿Qué lugar le hemos dado en nuestra vida y en nuestra sociedad a nuestro Dios Padre y Señor? Algunos, como mecanismo de defensa y proyectando lo que hay en lo profundo de su ser, hacen películas como el código da vinci, escritos, chistes, material sucio y comentarios malintencionados, para poner en tela de juicio la santidad de Cristo, la misión de sus apóstoles y la tarea de su Iglesia. Otros niegan la virginidad y/o la maternidad divina de María, creen que si la veneramos la estamos endiosando. Ella es la Madre de Dios y es Madre nuestra, no debemos irrespetarla, negarla o ignorarla. Con respecto a nuestra Santa Madre Iglesia cuanto se dice para desacreditarla, deshonrarla y condenarla. Que este ratón se comió el queso y por lo tanto son todos los ratones… Que ¿por qué no se ha llevado a la palestra...? Que ¿por qué no se ha apedreado públicamente...? Juntemos más piedras “porque hoy si hay varios que pueden tirarlas”… Pongamos una jarra más grande, porque Poncio hoy necesita más agua… La Iglesia es Madre y una madre sabe criar, amamantar, cambiar pañal, poner crema para las quemaduras; sabe acariciar y corregir. La madre cuando corrige no sale a contarles a sus vecinos o, a informar a través de los medios de comunicación, las faltas de sus hijos y las correcciones o castigos dados; la madre sabe de confidencias que se convierten como en el sagrado e inviolable sigilo sacramental; no por eso la podemos juzgar ligeramente de alcahueta y encubridora. Que ingratos somos los hijos: a ese maravilloso ser que nos llevó en su seno, nos crió con singular ternura, se desveló y desvivió por nosotros, cuantas veces también la despreciamos, desobedecemos, ignoramos y olvidamos; a nuestras madres muchas veces no les damos el lugar que les corresponde y quizás como el hijo pródigo, solo en el momento de dolor advertimos lo perdido. A nuestras Madres démosles amor en vida. Si ya han partido a la eternidad, que nuestra ofrenda sea la ferviente oración y el llevar en alto la bandera de los valores que pusieron en nuestro Corazón. Madre es Madre y se respeta, Madre es Madre y no hay que apedrearla, y, si no tengo madre, como buen ciudadano, debo tener sensatez, para respetar el Corazón y los sentimientos de los que son hijos: no puedo en su cara abofetearla, deshonrarla y enjuiciarla. A todas las queridas Madres les deseo felicidades y bendiciones de parte del Señor y pido perdón por los malos momentos que les hemos hecho pasar; perdón por los silencios, las ausencias y las ingratitudes; perdón por las indiferencias, las tardanzas y las desobediencias; perdón por las veces en que no hemos puesto la cara en su defensa. Que Dios nos regale la gracia de advertir que todos los días son día de la Madre; más aún, que toda nuestra vida sea expresión del amor a nuestras Madres. Muchas felicidades. (Artículo reformado de uno que hice en el 2011 para el boletín de la Parroquia San Felipe Benizi en Poteet TX.) Sady Pbro. Habiendo vivido la Cuaresma con actitud de buenos cristianos, dispongámonos a celebrar el Misterio Pascual de nuestro Señor Jesucristo, conscientes que Él nos hace participes de su victoria. El pueblo judío celebraba la pascua recordando el Paso del mar Rojo y la liberación de la esclavitud egipcia. Recordaban cómo Moisés les había dicho: “El Señor pasará para herir a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes de la puerta, el Señor pasará de largo aquella puerta, y no permitirá que el ángel destructor entre en vuestras casas para heriros” (Ex 12, 23). Nosotros los cristianos católicos celebramos la Pascua como el Misterio Pascual, conmemorando la Vida, la Pasión, la Muerte, la Resurrección y la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, actualizando en el aquí y en el ahora este acontecimiento trascendental con el que Cristo nos rescata del pecado y de la muerte y nos hace participes de la nueva vida. “Si Cristo no resucitó de nada le sirve su fe: ustedes siguen en sus pecados. Y, para decirlo sin rodeos, los que se durmieron en Cristo están totalmente perdidos. Si nuestra esperanza en Cristo se termina con la vida presente, somos los más infelices de todos los seres. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, siendo el primero y primicia de los que se durmieron. Un hombre trajo la muerte, y un hombre trae también la resurrección de los muertos”. (1 Cor 15, 17-21). Celebramos la Pascua como paso de la esclavitud del pecado a la vida de la gracia, como paso de la muerte a la vida, como paso de la vida meramente material a una vida trascendental en la que caminamos hacia la salvación. Conmemoramos como el Señor en el madero de la cruz derramó su sangre preciosa por nuestra salvación y se levantó victorioso del sepulcro para hacernos partícipes de su victoria. Con la Pascua evocamos la sangre del nuevo pacto: “Cristo, en cambio, vino como sumo sacerdote que nos consigue los nuevos dones de Dios, y entró en un santuario más noble y más perfecto, no hecho por hombres, es decir que no es algo creado. Y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna. Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la becerra rociada sobre los que tienen alguna culpa, les dan tal vez una santidad y pureza externa, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará vuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo?” (Hb 9, 11- 14). Hemos sido rescatados a precio de sangre y no de cualquier sangre, sino de la Sangre preciosa de nuestro Salvador y Redentor Jesucristo. Procuremos vivir una vida nueva, dándole muerte al pecado: a los odios, a la discriminación, a las pasiones, a los vicios, al chisme, al materialismo, a la prepotencia, al relativismo, a la incredulidad, a la indiferencia, a la injusticia, a la idolatría y emprendamos una vida nueva. Ofrezcámosle al Señor y a nuestro prójimo las flores frescas de nuestras virtudes, la luz radiante de la verdad, las armoniosas melodías de nuestras buenas obras y la cruz victoriosa de nuestra conversión. Hagamos de esta Pascua una oportunidad especial para abrir nuestro corazón al amor de Dios y de nuestros hermanos y hermanas y para saber dar amor a todos. Eso es celebrar la fiesta de la Resurrección. Preocupémonos porque esta no sea una Pascua más en nuestra vida, sino que sea la Pascua de nuestra vida, en la que Resucitemos a la fe, a la esperanza y al amor. Preocupémonos por participar en la Cincuentena Pascual, de tal manera que nos lleve a caminar con el Resucitado y a poder cantar con nuestras obras: ¡Aleluya, Cristo Resucitado ilumina mi existencia y transforma todo mi ser! ¡Felices Pascuas de Resurrección! Atento Saludo en el Señor Resucitado. Sady Pbro. Hemos iniciado el camino cuaresmal con la imposición de la ceniza como símbolo de nuestra humanidad caduca, limitada, corruptible, perecedera, en la que también se anida una chispa de esperanza, en la que después de quemar el pecado que nos inhabilita podemos reiniciar una vida renovada con la gracia de Dios. Nos hemos puesto ceniza reconociendo nuestro pecado, pero también como compromiso de iniciar un itinerario de arrepentimiento y conversión. Queremos caminar estos cuarenta días desde el miércoles de ceniza hasta el Jueves Santo, antes de la Misa Vespertina de la Cena del Señor, como camino de preparación en el que vivamos la conversión, cambiando actitudes, sacando la basura del pecado que afea nuestra vida y purificándonos para vivir el Triduo Pascual (Celebración de la Pasión, muerte y Resurrección del Señor) no solo como una realidad litúrgica, sino como un ‘acontecimiento de vida que implica mi vida’, que me permite morir al pecado y resucitar con Cristo a una vida nueva. Los cristianos católicos conscientes de la grandeza del Misterio Pascual de Jesucristo para nuestra vida, nos preparamos durante cuarenta días, recordando que el pueblo de Israel caminó cuarenta años por el desierto, (sinónimo de escasez, silencio, penitencia, hostilidad, sequedad) para llegar a la tierra prometida en busca de la liberación. También evocando los cuarenta días en los que Moisés permanece en el Sinaí, en ayuno y Oración para recibir las Tablas de la Ley. Al igual que cuarenta días y cuarenta noches permanece Jesús en el desierto abandonando los ofrecimientos del mundo para estar en íntima comunicación con su Padre en Oracion, ayuno y penitencia y así prepararse para el gran combate de nuestra salvación. Solo en profunda comunión con Dios, en silencio orante, haciendo penitencia y buscando entrar dentro de nosotros mismos para conocernos mejor y saber que necesitamos cambiar, de que nos debemos convertir, solo así podemos tener la claridad y fortaleza, por la gracia de Dios, para rechazar la mentira con que el maligno enemigo nos quiere tentar para engañarnos y aniquilarnos. Nos vamos a preparar conscientemente en oración, austeridad, penitencia y caridad para convertirnos, muriendo al pecado y participando de la Victoria de Cristo, resucitando fuertes a la vida de la gracia. Queremos valorar la invitación que nos hace nuestra Madre Iglesia en este sagrado tiempo de cuaresma, de practicar el ayuno y la abstinencia, como una oportunidad maravillosa para sabernos dominar y doblegar, comprendiendo que “el que elige excluye” y que entonces renunciamos no por solo renunciar y quedarnos vacíos, sino que en nuestra vida de cristianos debemos aprender a renunciar a lo secundario para elegir lo fundamental. Haremos penitencia, ayunaremos y nos abstendremos como signo de que somos dueños de nuestros actos y decisiones y nos esforzamos y luchamos porque queremos superarnos, ser mejores personas, buenos ciudadanos y auténticos cristianos; renunciamos a lo menos importante para buscar lo superior, lo que nos lleva a la estabilidad, a la plenitud, a vivir en los valores y principios. Nos vaciamos de lo que ya huele a feo, de lo que no nos sirve, de lo que no nos deja estar tranquilos y en paz y le quita espacio a lo fundamental, a la verdadera felicidad y les hace daño a los demás. No renunciamos solo por renunciar, no nos abstenemos solo por abstenernos; ¡esto no tiene sentido! Si yo saco de mi casa los muebles de las recamaras, de la sala y del comedor, es porque conseguí otros mejores que me darán mejor comodidad y me hacen sentir más confortable. Si pretendo entrar nuevos muebles a mi casa y no saco los que ya hay, los que están dañados, no puedo entrar los buenos; si vacío la casa para entrar buenos muebles, esta se verá mejor y me podre sentir más confortable. Así en mi vida espiritual: “No se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace que los odres revienten, y tanto el vino como los odres se pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos”. (Mc 2, 22). No vacilemos de hacer de esta cuaresma un camino de conversión a través de la oración, el ayuno y la práctica de la caridad, para encontrarnos con Cristo Resucitado que nos hace partícipes de la victoria de su Resurrección invitándonos a una vida renovada en su gracia. Él es el vino nuevo que nos pide que seamos vasos nuevos. Él es el Superior y el fundamental, a quien elegimos, y por quien debemos renunciar a lo secundario. Dios los bendiga. Sady Pbro. |
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