¡CRISTO ESTÁ VIVO! ¡ESTOY LLAMADO A UNA VIDA NUEVA!Abril 2021
¡Felices Pascuas de Resurrección queridos hermanos y hermanas en Cristo Resucitado! Habiendo vivido la Cuaresma con actitud de buenos cristianos; después de haber trabajado a través de la oración, las practicas penitenciales y la caridad para con nuestro prójimo. Habiéndonos dispuesto a morir al pecado, para unirnos a la muerte de Cristo, y después de celebrar el Misterio Pascual, conscientes que Él ha querido hacernos partícipes de su victoria, dispongámonos a vivir resucitados, uniéndonos a la victoriosa resurrección del Señor, de la cual nos hace participes y nosotros debemos asumir con alegría, decisión, sinceridad y fidelidad. “Si Cristo no resucitó de nada le sirve su fe: ustedes siguen en sus pecados. Y, para decirlo sin rodeos, los que se durmieron en Cristo están totalmente perdidos. Si nuestra esperanza en Cristo se termina con la vida presente, somos los más infelices de todos los hombres. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, siendo el primero y primicia de los que se durmieron. Un hombre trajo la muerte, y un hombre trae también la resurrección de los muertos”. (1 Corintios 15, 17-21). Si nos hemos preocupado por prepararnos convenientemente a través de la oración, las practicas penitenciales y las obras de caridad, muriendo al egoísmo, a lo fácil, a los ofrecimientos del mundo y al pecado y hemos participado de la resurrección de Cristo, esforzándonos por vivir una vida nueva, la vida de la conversión y de la gracia, es necesario estar vigilantes para no conversar, ni coquetear, ni negociar con el maligno, en cuanto que es puerco, tramposo, mentiroso y busca hacernos caer fácilmente. No podemos dejarnos atrapar por las tinieblas, necesitamos vivir como hijos de la luz, de la verdad, del testimonio cristiano. Que esta sea la Pascua de nuestra vida en la que hemos resucitado a la fe, a la esperanza y al amor. Si en verdad tenemos vida nueva no podemos quedarnos en el en el pesimismo, ni en el conformismo, ni en la mediocridad. Revisemos: ¿Qué me he propuesto con respecto a la vida espiritual? ¿Con que frecuencia voy a participar en los Sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía? ¿Qué obras de misericordia me propongo realizar con mi prójimo? ¿Qué actitudes de mi vida necesito seguir mejorando? ¿Qué tiempo le voy a dedicar a la oración? Si sentimos tener vida nueva y si en verdad queremos ser discípulos – testigos del Señor resucitado, es necesario que tengamos presente lo que sucedió después de la resurrección del Señor y antes de su retorno junto al Padre: “Por su parte, los Once discípulos partieron para Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Cuando vieron a Jesús, se postraron ante él, aunque algunos todavía dudaban. Jesús se acercó y les habló así: «Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.»” (Mateo 28, 17-21) Los discípulos de Jesús resucitado aceptan sus indicaciones; lo buscan para postrarse ante Él y adorarlo con sus gestos y acciones; se convencen que Él tiene autoridad en el cielo y en la tierra y por ello le obedecen; se esfuerzan por cumplir la misión de dar testimonio de Él, lo anuncian con palabras y obras, en procura que otros lo conozcan y amen y quieran también ser sus discípulos, cumpliendo lo que Él nos manda y viven convencidos que la promesa de estar con ellos hasta el fin de la historia se cumplirá. Preocupémonos por asumir nuestra fe de tal manera que vivamos la conversión y podamos decir con el corazón: ¡Aleluya, Cristo Resucitó en mi existencia y transformó todo mi ser! ¡Felices y bendecidas Pascuas de Resurrección! Reciban mi atento y cordial saludo, en el Señor Resucitado. Sady Pbro. |
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