“Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. “Quiso Dios ‘dejar al hombre en manos de su propia decisión’ de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente a la plena y feliz perfección” El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos”. (CIC 1730). Dios nos ha creado a su imagen y semejanza: inteligentes, libres y capaces de amar; para que nosotros hagamos buen uso de nuestra razón, amemos la vida, lo bueno y lo bello y auto determinándonos caminemos hacia Él, asumiendo su plan de salvación. Libremente debemos optar por el Bien y rechazar al maligno que con astucia nos quiere atrapar con sus mentiras para causarnos insatisfacción, dolor y muerte. Debemos hacer buen uso de la libertad recordando que “mi libertad va hasta donde inicia la libertad del otro” y que “solo la verdad nos hace libres”. Si somos capaces de asumir con responsabilidad la libertad encontraremos la plenitud, la felicidad y la perfección de nuestras vidas. En la esclavitud de los vicios y el pecado encontraremos el dolor y la muerte. “Todo acto directamente querido es imputable a su autor: Así el Señor pregunta a Adán tras el pecado en el paraíso: ‘¿Qué has hecho?’ (Gn 3,13). Igualmente a Caín (Gn 4, 10). Así también el profeta Natán al rey David, tras el adulterio con la mujer de Urías y la muerte de éste (2 S 12, 7-15)”. (CIC 1736) Necesitamos hacer un alto en nuestra vida, pensar para actuar y ser capaces de dar la cara con responsabilidad ante nuestras acciones diarias: ante las que traen un desenlace feliz, que nos causan alegría y orgullo, pero con mayor razón las que nos causan conflicto, nos doblegan y avergüenzan. Con seguridad que si asumimos responsablemente nuestras acciones, vamos a pensar bien nuestras decisiones, haciendo buen uso de nuestra libertad e inteligencia. Creo que lo tenemos claro: cada uno de nosotros es responsable de sus propios actos. Sin embargo, en muchos momentos no pensamos para actuar sino que actuamos para pensar. Así mismo, en muchas de las situaciones, aunque obramos con libertad, al encontrarnos con la gravedad de nuestros problemas y las consecuencias de nuestras acciones equivocadas, queremos evadir nuestra responsabilidad descargando nuestra culpabilidad en los demás. El otro es el responsable de esa mala decisión y no yo. “Esto lo vimos ya desde el Paraíso. Cuando Adán pecó, no asumió la responsabilidad de su falta y enseguida se excusó diciendo: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y yo comí”... (Gn 2, 12) que es como decir: “fue por ella… ya que yo hubiese sido incapaz”. Eva, a su vez (siguiendo la cadena de eludir responsabilidades) al verse acusada como responsable dijo a Dios: “La serpiente me engañó y comí”… (Gn 2, 13). Es increíble el atrevimiento de Adán quien, en su falta de valor y responsabilidad para asumir su culpa, llega hasta al exceso de atribuírsela a Dios… (“la mujer que “Tu” me diste...) lo que tácitamente implicaba era decir que, si no hubiese sido porque “Tu” (Dios) me la diste yo, Adán, no hubiese comido del árbol del Bien y del Mal. En realidad era como endosárselo y decirle tácitamente a Dios que en principio el responsable y culpable del pecado era Él. Desde entonces, así nos comportamos en general los hijos de Adán en cuanto tenemos que asumir nuestras responsabilidades. Instintivamente, desde Adán y Eva, buscamos excusarnos de nuestras faltas detrás de responsabilidades ajenas”. (Marta Arrechea Harriet de Olivero). Dice el Señor Jesucristo: “Ustedes serán verdaderos discípulos míos si perseveran en mi palabra; entonces conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. En verdad, en verdad les digo: el que vive en el pecado es esclavo del pecado. Pero el esclavo no se quedará en la casa para siempre; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por tanto, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres” (Jn 8,31-32. 34-36). No nos dejemos engañar: el maligno nos ofrece sufrimiento, esclavitud y muerte envueltos en papel de regalo; si nosotros lo aceptamos después nos estrellamos con el dolor, la oscuridad y la amargura. Creámosle al Señor que nos ofrece redención, libertad y vida, por el camino del esfuerzo, la luz y la renuncia. No nos de miedo volar en busca de la verdadera libertad. Dios los bendiga, Sady Pbro. |
KWMC
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