La educación es el proceso a través del cual la persona analiza, asimila y adquiere conocimiento, a la vez que asume las formas de comportamiento del entorno en que se desarrolla. Que importante que comprendamos que la educación debe ser no solamente la ilustración intelectual sino la formación de la persona en los valores y los principios que deben regir su vida en relación con el Ser supremo, consigo mismo, con los demás y con el medio ambiente.
Según José H. Prado Flores, en su folleto Formación de discípulos, “Los maestros en Israel (anteriores y contemporáneos de Jesús) eran laicos competentes que enseñaban a los demás a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios… Más que teorías o doctrinas, un maestro enseñaba la sabiduría para vivir rectamente, encontrando el sentido de la existencia y la forma de cumplir la propia vocación… Para un hebreo era mucho más importante “saber vivir” que vivir”. Hoy nosotros, tomando este buen ejemplo de los maestros de Israel, deberíamos preocuparnos no solo por enviar naves espaciales, porque el hombre llegue a la luna, porque las nuevas generaciones dominen la informática, las redes sociales, la ciencia y la técnica (que es algo importante), sino que también nos preocupemos, y con mayor razón, por preparar la nave que nos lleve a nuestro prójimo, que nos permita relacionarnos e interactuar con él, que nos permita conquistar nuestro propio entorno, que aprendamos a amar, a respetar, a ser seres en relación, a valorar, a ser tolerantes. Que nos ayude a comprender que en esta era maravillosa de la informática y de las comunicaciones rápidas y globales somos capaces de escuchar personalmente al otro, de sensibilizarnos de su situación, de ser incluyentes, de compadecernos, de ser, de estar y de actuar de cara a la realidad. Que no nos suceda que en la era de las comunicaciones estamos incomunicados. Que no seamos los presentes ausentes, los solitarios en medio de la multitud, los mudos que no quieren responder, los sordos que no quieren oír a los que llaman y los ciegos que no quieren ver a los presentes. Pienso que como dice Àlex Rovira, hoy es urgente tomar consciencia de “la importancia de trenzar dos grandes universos, el de la educación y el de la formación. Hay personas que han tenido acceso a una muy buena formación pero que son maleducadas, porque no tienen corazón. Y hay personas que no tuvieron el privilegio del acceso a una buena formación, pero que son extraordinariamente bien educadas. Creo que en la escuela nos deben formar y deben complementar la educación que se da en los hogares, y creo que en los hogares debemos crear las circunstancias para que la educación florezca y complementar la formación que se da en las escuelas. Y en ambos contextos, tanto maestras y maestros, como madres y padres, debe haber esa mirada apreciativa que dé alas”. Pienso que hoy los gobiernos, algunas corrientes psicológicas, los medios de comunicación y los padres de familia no deben seguir haciéndole daño a la niñez y a la juventud, desautorizando a los maestros, impidiendo que se dé una formación integral donde se piense no solo en lo intelectual, lo tecnológico y lo científico, sino que también se advierta la urgencia de la formación del corazón y la conciencia, de los valores y los principios cristianos porque la fe y la ciencia no están contrapuestas. No puede hablarse de una persona madura, autentica, inteligente, libre, honesta, si no ha tenido una formación integral, si no ha sabido integrar los valores humanos y cristianos. Por no comprender esta realidad es que vivimos en tantos desaciertos. No nos contentemos con almacenar datos intelectuales en nuestra mente. Preocupémonos también por ir formando buenos hábitos y recopilando valores y principios en nuestro corazón. Concluyamos con una bella enseñanza que nos ofrece un cuento del cual no sé quién es su autor: “Tres estudiantes no estudiaron para un examen y decidieron no presentarlo; ellos elaboraron un plan... se ensuciaron con grasa negra, aceite y nafta y fueron con el docente: “profe, pedimos disculpas, pero no pudimos venir al examen, pues estábamos en una boda y, de regreso, el carro se accidentó. Por ello, estamos tan sucios, como puede ver”. El buen docente entendió y les permitió presentar en un par de días para que se preparen bien. Pasados los días, ellos fueron al examen muy bien preparados porque ahora sí habían estudiado. El docente los ubicó en aulas separadas y aplicó el examen con solo *4 preguntas:* *1. ¿Quién se casó?* *2. ¿A qué hora se accidentó el carro?* *3. ¿Dónde exactamente se descompuso?* *4. ¿Cuál es la marca del vehículo?* *NOTA:* Si las respuestas son idénticas, estarán aprobados con la máxima calificación. *¡Buena Suerte!* SER HONESTO significa *elegir* no mentir, no robar, no engañar sea cual sea el modo. Cuando somos honestos, desarrollamos la fuerza del *carácter* y tenemos la confianza de las personas que nos rodean. ¡Excelente enseñanza para todos!”. Que la mentira y los demás antivalores no nos hagan causar el accidente de quedar en el ridículo y de perder la confianza que nos tienen nuestros seres queridos. Preocupémonos por buscar una formación para nosotros y para toda la sociedad donde se incluyan los valores. Dios los bendiga. Sady Pbro. |
KWMC
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